En noviembre de 1986 debutó a nivel nacional el Chevrolet Sprint producido en GM Colmotores, subiendo el nivel para los autos populares.
¿Le suenan nombres como Suzuki Cultus, Holden Barina, Pontiac Firefly o Isuzu Geminett? Posiblemente no, pero si decimos Chevrolet Sprint, seguro le recuerde un carro que significó mucho para la cultura automotriz de Colombia. Económico, aguantador, fiable y con una excelente reputación construida a lo largo de los años, constituyó el primer paso al automóvil nuevo para muchos colombianos.
En noviembre se cumplen 35 años desde su debut en Colombia, a donde llegó en medio de una gran expectativa como el nuevo auto popular de GM Colmotores. Ya tenía historia global. Nació en Japón en 1983 y fue el primer auto Suzuki que hizo carrera bajo el escudo GM en países como Australia y Estados Unidos.
A nivel mundial tuvo motores de dos y tres cilindros, uno de ellos con Turbo, y tres de cuatro cilindros, con hasta 970 c.c. y 16 válvulas. Se ofreció además con tres o cinco puertas, y hasta nueve configuraciones de equipamiento. Hubo también versiones deportivas, como los GTI y Turbo en Japón, Europa y Norteamérica.
Chevrolet Sprint: llegada a Colombia
A mediados de los años ochenta, Colmotores estaba decidida a quebrar el dominio del Renault 4 en el segmento de autos populares. Comenzaron los ensayos en 1985 y durante muchos kilómetros, se puso a punto el motor de tres cilindros, 50 hp y 74,5 Nm a 3.600 rpm, alimentado por un carburador Aisan de doble cuerpo. Se unía a una caja manual de cinco velocidades.
Con carrocería de cinco puertas y un amplio espacio interior, el ya denominado Chevrolet Sprint se presentó oficialmente a Colombia en noviembre de 1986. Como era de esperarse las ventas fueron meteóricas, acumulando 1.200 unidades en los dos últimos meses de aquel año.
Esta primera serie lucía faros rectangulares tipo «sealed beam» (unidad sellada sin bombillo intercambiable), parrilla de color negro, rines de acero de 12 pulgadas, tapicería en vinilo y paño escocés, y luz de matrícula posterior montada sobre esta. La suspensión era McPherson adelante, con ballesta transversal atrás, un detalle particularmente criticado por la prensa de la época.
Adentro, los mandos se ubicaban al lado del tablero. Un medidor de temperatura y gasolina, calefacción de cuatro velocidades con salidas regulables, cinturones delanteros fijos de tres puntos, tapete o piso de plástico, encededor de cigarrillos, ceniceros y desempañador delantero, completaban el equipo.
Sumado a esto, se incluía un completo equipo de herramientas. Se componía de cuatro llaves, destornillador combinado, alicates y copa de bujías, además de una llave para cerrar la tapa de gasolina.
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1987: Cambio radical
Apenas en junio de 1987, el Chevrolet Sprint sufrió su mayor cambio estético, adoptando el diseño que le acompañó el resto de su vida comercial. Desaparece la parrilla negra y recibe una del color de carrocería, los faros delanteros son más grandes, las luces traseras cambian de diseño y el baúl tiene ahora una caída más pronunciada y nuevas luces de matrícula, a cada lado de esta.
Los bumpers son ahora de color negro, más grandes y prominentes, así como los rines que ahora son de 13 pulgadas, aún en acero pero con nuevo diseño. También cambiaron tablero y volante, igual que la suspensión trasera, ahora con espirales.
Si bien el Sprint ya era exitoso, con ese cambio las ventas se dispararon. Fue tal el suceso, que Colmotores creó una copa monomarca en la que muchos aspirantes llevaron sus Sprint modificados para competir en la pista del Autódromo de Tocancipá. La «Copa Sprint» fue semillero de muchos pilotos, entre ellos Juan Pablo Montoya.
Evolución constante
Ahora, veamos la evolución del Chevrolet Sprint a través de los años. En 1989, estrenó colores metalizados y embellecedores laterales. En 1990 ya había vendido 15.000 unidades y dos años después, adoptó bumpers en el color de la carrocería.
En 1994 se ofreció el Sprint con rines de aluminio en forma de estrella de seis puntas, y en 1998 recibió un motor de inyección electrónica monopunto, con sistema catalítico. Así, el vehículo ganó tres caballos de potencia, quedando en 53 hp (a 5.700 rpm) y el torque en 75,5 Nm (a 3.300 rpm).
Otro maquillaje llegó en 1999. Cambiaron de aspecto los rines de aluminio y se sumaron al catálogo nuevos colores de carrocería. El tercer ‘stop’ y limpiaparabrisas trasero con lavador ahora son equipo de serie, mientras que equipo de sonido y aire acondicionado pueden obtenerse como opción.
Ya en 2001, retomó los bumpers negros y rines de acero, conservando el lavavidrios trasero y tercer ‘stop’. Al año siguiente llegó la versión «Elite» con rines Panasport, y se presentó la versión taxi.
Finalmente, en 2004 terminó la producción del Chevrolet Sprint con 70.848 unidades. GM Colmotores donó la última unidad, de color azul, al Banco Arquidiocesano de Alimentos como una contribución a los más necesitados.
Despedida
Fue así como este popular auto de origen japonés se despidió de su vida comercial e industrial, pero su historia no ha concluido. En cada carretera, calle u hogar donde hay un Sprint se escribe un nuevo relato todos los días.
Aún prestan su noble y fiel servicio, algunas veces en forma excesiva, pero demostrando la calidad de su mecánica Suzuki y una buena vejez en su conjunto de carrocería e interiores. El Chevrolet Spark de origen Daewoo tomó su lugar y en lo sucesivo, el Spark GT que se produjo hasta este año.
Lanzamiento: Octubre 7, 1986
Unidad 1.000: Año 1986
Unidad 3.000: Año 1987
Unidad 5.000: Año 1987
Unidad 10.000: Año 1988
Unidad 15.000: Año 1990
Unidad 20.000: Año 1991
Unidad 30.000: Año 1994
Unidad 40.000: Año 1995
Unidad 50.000: Año 1997
Unidad 60.000: Año 2000
Unidad 70.000: Año 2004
EN VIDEO: Chevrolet Sprint 1989
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Textos: Néstor Delgado Lara.
Fotografías: Archivo EL CARRO COLOMBIANO.
Edición y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.